Cuando nos planteamos estudiar el problema del origen del hombre, nos encontramos con dos tipos de explicaciones, unas de corte mítico-religioso en las que se vincula la aparición de nuestra especie a la voluntad de dioses o deidades, y otras de corte científico, en las que trata de explicarse nuestro origen desde un punto de vista natural, no dependiente de divinidades, a partir del cual y por evolución van surgiendo todas las especies. El hombre, como el resto de las especies vivas, fueron hechos a partir de una materia ya dada y permanecen y permanecerán tal y como aparecieron en su origen, sin modificación alguna.
C., Aristóteles, recogiendo este sentir de entonces y basándose en observaciones casuales (la semejanza entre los padres y los hijos, por ejemplo), estableció una clasificación por especies que partía de la inalterabilidad de las mismas (Fijismo). La autoridad de este autor, retomado por la cultura cristiana, se mantuvo hasta bien entrado el siglo XVIII. El Creacionismo es una explicación que plantea que los seres fueron creados por la voluntad de uno o más dioses sin que sirva como mediación materia alguna. La base de este planteamiento es también el fijismo (el mundo y el hombre fueron creados tal y como los conocemos hoy en día). De esta forma, las tesis evolucionistas, además de ser acientíficas, era Supone una síntesis entre los postulados de Darwin, sobre todo la selección natural y la supervivencia de los más aptos, y las conclusiones mutacionistas. Según esta teoría, se producen variaciones azarosas en algunos individuos que se van transmitiendo de padres a hijos y que serán seleccionadas por la naturaleza si suponen una mejora sustancial de los individuos. Las variaciones azarosas de los organismos se heredan y la selección natural dirige el curso de la evolución eliminando las variaciones menos dotadas y perpetuando a los individuos mejor dotados.La transmisión de ciertos genes (fragmentos de esa cadena de ADN que controlan los caracteres de un individuo) de padres a hijos explica la permanencia de ciertos caracteres; la recombinación de esa información genética explica la variabilidad. Con ello el ser humano ha conseguido tener las herramientas para modificar el proceso evolutivo de los seres vivos, incluido él mismo. El desarrollo de la investigación genética desde la segunda parte del siglo XIX y comienzos del XX promovió el Mutacionismo, teoría que afirmaba que el progreso y el cambio evolutivo dependían de las mutaciones. Las mutaciones