1. Bienio progresista.

   Desde 1849 el clima se fue deteriorando. Ese año algunos progresistas radicales fundaron el Partido Demócrata, cuyos objetivos eran la defensa de los derechos individuales y del sufragio universal. Se sucedieron varios gobiernos, salpicados por escándalos financieros y de corrupción. a comienzo de 1854 las Cortes habían sido suspendidas y el Gobierno actuaba de forma autoritaria. 

   A principios de 1854 los progresistas aprovecharon las circunstancias ( tensión política, descontento social...) para despojar a los moderados del poder. La revolución de 1854 fue en realidad un golpe de Estado que triunfó gracias al respaldo popular. el pronunciamiento inicial del general O´Donnell fracasó tras un enfrentamiento con las tropas del Gobierno en Vicálvaro ( la Vicalvarada). Pero los rebeldes reaccionaron y publicaron una proclama El Manifiesto de Manzanares, redactado por Canovas del Castillo, con el fin de atraer a los progresistas, haciendo mención a una reforma de la ley de imprenta, el fin del centralismo y la convocatoria de unas Cortes generales, así como la vuelta de la Milicia Nacional. Otros jefes militares se sumaron al golpe y obligaron a Isabel II a entregar el gobierno al general Espartero, con O´Donnell como ministro de la Guerra. Rápidamente se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes.

Para las elecciones se formó una nueva fuerza política, la Unión Liberal, que fue creado con la pretensión de ocupar el espacio del centro ideológico y recoger lo mejor tanto de los moderados como de los progresistas. 

   Las Cortes aprobaron una nueva Constitución, la de 1856 (llamada nonata), que incluía una declaración de derechos más detallada (incluida la libertad religiosa) una  limitación de los poderes de la Corona y del ejecutivo y una ampliación de la participación (rebaja la cuota para ser elector), ayuntamientos elegidos por los vecinos, milicia nacional y soberanía nacional. Pero no hubo tiempo para que entrara en vigor.

    Los progresistas, defensores de los intereses de la burguesía mercantil, aprobaron una serie de leyes encaminadas a sentar las bases de la modernización económica del país: la segunda ley de Desamortización, la desamortización municipal, dirigida por el ministro Pascual Madoz. Esta nueva ley afectó a la propiedad municipal y significó la desaparición definitiva de los bienes de manos muertas en España. Sin embargo, la venta de las tierras municipales arruinó a muchos ayuntamientos, tampoco solucionó el crónico problema de la deuda pública y perjudicó a los vecinos más pobres, que perdieron la utilización de los terrenos comunales de su municipio.

   Los progresistas también aprobaron la Ley de Ferrocarriles (toma Madrid como centro) y se establece la construcción de 5000 km. de vía radial, y la ley de Sociedades Bancarias y Crediticias de 1856.  En 1856 Espartero presentó su dimisión y la reina encargo formar gobierno al general O´Donnell