•Los Trabajadores Sociales debemos complementar nuestra intervención de acompañamiento social o intervención psico-social, con la gestión de aquellas prestaciones básicas que requieran los afectados. En muchos casos, la gestión de las mismas se constituye, en si mismo, en un instrumento facilitador del resto de nuestras actuaciones profesionales. Por otra parte, no podemos perder de vista que para los ciudadanos permite hacer visible y tangible nuestra actuación profesional. De la misma forma que el médico se le identifica como el profesional que prescribe una tratamiento. El Trabajador Social requiere elementos de identificación social y en este caso, en el marco de las Grandes Emergencias, la gestión de las referidas prestaciones básicas permitirá a los afectados identificar nuestra tarea.

•La gestión de prestaciones básicas como la información y asesoramiento, el alojamiento, manutención, transporte,... favorece los procesos de normalización de las personas afectadas y sobre todo, en un primer momento, posibilita reducir los niveles personales y sociales de inseguridad y ansiedad. Garantizar dichas prestaciones puede suponer para los afectados los primeros indicadores de que las cosas comienzan a normalizarse.

-Gestión de otros servicios y prestaciones necesarias ante la situación deCatástrofe y Grandes Emergencias.

•En estos momentos, en los que se comprometen distintas situaciones que no siempre es posible prever, se plantean necesidades que a prior¡, no estaban previstas. En este caso, los Trabajadores Sociales debemos estar preparados para gestionar algunos servicios y prestaciones que tienen un carácter muy específico y singular, pero que a las personas afectadas les supone un importante factor de ansiedad y de vulnerabilidad. En este sentido, cabe señalar circunstancias como: Gestión de enterramientos especiales y/o gratuitos. Gestión de documentación muy especifica para recibir algunas prestaciones. Derivación a otros recursos muy especializados.

4. EL PAPEL DE LOS SERVICIOS SOCIALES Y LA COORDINACIÓN CON OTROS SISTEMAS


Las situaciones de Catástrofe y de Gran Emergencia son generadoras de estados personales y colectivos donde se manifiestan distintas y múltiples necesidades. En unos casos requieren una respuesta inmediata (salud, seguridad…) y en otros casos, surgen una vez que se han respondido las anteriores. Entre ellas hay que señalar las necesidades sociales, las cuales, se presentan, en muchos casos, en ciudadanos que jamás pensaban encontrarse en dichos estados de necesidad. Podemos señalar, por tanto, que las situaciones de Gran Emergencia o Catástrofe constituyen estados de vulnerabilidad que tienen un carácter universal, es decir, pueden afectar a cualquier ciudadano.

La diferencia no está en el hecho de la presencia de las situaciones de necesidad, lo cual, se puede considerar como una situación globalizada y universal. El elemento diferenciador se encuentra en cómo responde cada afectado a las diferentes situaciones de necesidad social que se generan como consecuencia de las Grandes Emergencias. Aquí entran en juego los recursos personales (habilidades, capacidades...) y los apoyos socio-familiares (red familiar, recursos económicos, etc... ) con los que cuenta la persona afectada antes de producirse esta situación inesperada. Esto justifica el desarrollo de procesos personalizados de respuesta en las Grandes Emergencias, es decir, se debe de complementar actuaciones generales de respuestas al conjunto de afectados y a su vez, establecer estrategias individuales de atención a los diferentes afectados por dichas situaciones.

Como sucede en el resto de situaciones generadoras de vulnerabilidad, la capacidad de respuesta depende, en gran medida, de la posición que ocupe una persona en la sociedad, siguiendo en este caso la propuesta de Robert Castell en relación a la zona de

integración, zona de vulnerabilidad y zona de exclusión. Sin lugar a dudas, las personas que están

en la primera zona tienen una mayor capacidad de respuesta autónoma ante situaciones de Gran Emergencia y sobre todo, sus posibilidades de normalización son mayores. Por el contrario, en las otras dos zonas, las circunstancias de la Gran Emergencia agravan los procesos personales de vulnerabilidad.

4.1. LA ACTUACIÓN COORDINADA CON OTROS SISTEMAS DE PROTECCIÓN SOCIAL DESDE EL PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIIDAD


Si algo caracteriza a una Gran Emergencia exigencia de la articulación de una actuación coordinada de todos los servicios intervinientes, la cual, se debe organizar desde los principios de colaboración y de complementariedad. Ello quiere decir que cada Servicio aporta los recursos y respuestas especificas con los que cuenta y los pone en común. El objetivo es conseguir una respuesta global e integral que pueda responder a todas las necesidades que surgen en cualquier Gran Emergencia: salud, seguridad y protección, alojamiento, transporte…

En este proceso de respuesta el Sistema de Servicios Sociales tiene contenidos específicos que debe aportar, tal y como los que seguidamente se indican:

•Desarrollar actuaciones de contención social y apoyo emocional.

•Proporcionar prestaciones básicas de información, alojamiento, comida, transporte, etc.

•Favorece y canaliza la información a los afectados y a sus familias.

•Realiza una labor de mediación entre el conjunto de sistemas de Protección Social que intervienen en la Gran Emergencia.

•Facilita los procesos de normalización de los afectados y de sus familiares