San Agustín se plantea cómo puede ser el ser humano alcanzar las verdades más elevadas y profundas. Por un lado, por medio de la gracia divina, poseemos la fe para creer en Dios, pero también la razón nos permite acceso a las verdades últimas. Agustín comienza la búsqueda de la verdad en la filosofía platónica, por que quiere encontrarla no solo con la fe, si no también con la inteligencia. Sostiene que Platón ya había comprendido que la inteligencia sólo puede realizarse en el encuentro de unas verdades últimas; san Agustín vincula estas verdades con Dios.
Para san Agustín hay una verdad común que se encuentra en Cristo que es, simultáneamente, verdad y felicidad. Como afirma:”La vida feliz es gozo de la verdad, es gozar de ti, Dios, que eres la verdad”. Por eso, la razón y la fe no pueden marchar por caminos separados. No hay unas verdades de fe y otras verdades de razón.
Se plantea entonces “Qué papel desempeña cada una para alcanzar la verdad de Dios”?
Responde haciendo suya la frase “Intellige ut credas, crede ut intelligas”;hay que entender para creer y creer para entender. Esta fórmula, que tendrá carácter pragmático hasta el siglo XIII, aparece en un pasaje de las Escrituras, en Isaías 7,9 “Si no creéis, no entenderéis”. De esta forma muestra cómo el pensamiento es estimulado por la autoridad (los evangelios).
Se da, por lo tanto, una mutua dependencia entre la razón y la fe. Como dice Agustín en la Trinidad: “La fe busca, la inteligencia halla”, las dos se necesitan mutuamente. El cristiano tiene que comprender las verdades de fe, aceptarlas y darse cuenta de que no es un absurdo creer en Dios, como afirmó Tertuliano. En la búsqueda de Dios la fe se sitúa en el principio, porque no se puede razonar a partir de la nada. La razón tiene que aclarar la fe, pero, al mismo tiempo, la fe debe guiar a la razón e iluminar su capacidad para conocer.
La razón por sí sola no puede conducirnos a la sabiduría, por que no puede llegar a entender la verdad. La fe no sustituye a la inteligencia ni la elimina, si no que la estimula. De manera análoga, la inteligencia no elimina la fe, si no que la refuerza y la aclara, por eso la razón y la fe son complementarios.