Marco Tulio Cicerón, nacido en 106 a.C. en una familia de caballeros, recibió una educación completa en Roma y Grecia, destacando como orador y jurista. Inició su carrera política como cuestor en 76 a.C., defendiendo a los sicilianos contra Verres en Sicilia. Ascendió en el cursus honorum hasta alcanzar el consulado en 63 a.C., donde se destacó por su acción contra la conjuración de Catilina.
Sin embargo, el clima político se volvió turbio y en 58 a.C. Clodio promulgó una ley en su contra, obligándolo a exiliarse y confiscando sus bienes. Regresó a Roma en 52 a.C., defendiendo a Milón por la muerte de Clodio. En 51 a.C. fue nombrado procónsul en Cilicia y tomó partido por Pompeyo en la rivalidad con César.
Tras la derrota de Pompeyo en Farsalia en 48 a.C., Cicerón se retiró de la política, dedicándose a la literatura y la filosofía. Sin embargo, tras el asesinato de César en 44 a.C., volvió a la acción enfrentándose a Marco Antonio con catorce discursos violentos conocidos como las Filípicas. Su error político le costó la vida, siendo asesinado en Formio en octubre de 43 a.C.
Cicerón, figura central en la oratoria de la antigua Roma, trasciende su papel político y filosófico para convertirse en un maestro del arte de la palabra. Su legado abarca una amplia gama de obras, donde demuestra una devoción total hacia la literatura y la oratoria, llevando la prosa latina a su máxima perfección. Desde sus primeros escritos, como el "De inventione", hasta sus tratados más maduros como el "De oratore" y el "Orator", Cicerón no solo se basa en las enseñanzas de los retóricos griegos y latinos, sino también en su propia experiencia como orador.
En sus obras, Cicerón delineó las cualidades que deben adornar al orador, ya sean naturales o adquiridas, y discutió la evolución del estilo retórico romano, polemizando con los partidarios de estilos sobrios y exuberantes. Su "Orator" representa la culminación de su pensamiento retórico, donde expone la teoría de los tres estilos y las diversas fases de la elaboración de un discurso, desde la inventio hasta la actio.
Como abogado y político, Cicerón dejó un legado perdurable en la historia romana. Sus discursos forenses, como el "Pro Milone" y el "Pro Archia poeta", así como sus arengas políticas, como las "Catilinarias" y las "Filípicas", capturan su poderosa elocuencia y capacidad para persuadir a través del ingenio, la emoción y la ironía.
La estructura de sus discursos, cuidadosamente elaborada, incluye partes como el exordio, la narratio, la confirmatio, la refutatio y la peroratio, cada una diseñada para cautivar y persuadir a su audiencia. Su estilo, marcado por una combinación magistral de ritmo, claridad y fuerza expresiva, sigue siendo objeto de estudio y admiración hasta el día de hoy. Cicerón logró no solo transmitir argumentos sólidos, sino también emocionar y cautivar a su audiencia con su ingenio y habilidad retórica.
Marco Tulio Cicerón, nacido en 106 a.C. en una familia de caballeros, recibió una educación completa en Roma y Grecia, destacando como orador y jurista. Inició su carrera política como cuestor en 76 a.C., defendiendo a los sicilianos contra Verres en Sicilia. Ascendió en el cursus honorum hasta alcanzar el consulado en 63 a.C., donde se destacó por su acción contra la conjuración de Catilina.
Sin embargo, el clima político se volvió turbio y en 58 a.C. Clodio promulgó una ley en su contra, obligándolo a exiliarse y confiscando sus bienes. Regresó a Roma en 52 a.C., defendiendo a Milón por la muerte de Clodio. En 51 a.C. fue nombrado procónsul en Cilicia y tomó partido por Pompeyo en la rivalidad con César.
Tras la derrota de Pompeyo en Farsalia en 48 a.C., Cicerón se retiró de la política, dedicándose a la literatura y la filosofía. Sin embargo, tras el asesinato de César en 44 a.C., volvió a la acción enfrentándose a Marco Antonio con catorce discursos violentos conocidos como las Filípicas. Su error político le costó la vida, siendo asesinado en Formio en octubre de 43 a.C.
Cicerón, figura central en la oratoria de la antigua Roma, trasciende su papel político y filosófico para convertirse en un maestro del arte de la palabra. Su legado abarca una amplia gama de obras, donde demuestra una devoción total hacia la literatura y la oratoria, llevando la prosa latina a su máxima perfección. Desde sus primeros escritos, como el "De inventione", hasta sus tratados más maduros como el "De oratore" y el "Orator", Cicerón no solo se basa en las enseñanzas de los retóricos griegos y latinos, sino también en su propia experiencia como orador.
En sus obras, Cicerón delineó las cualidades que deben adornar al orador, ya sean naturales o adquiridas, y discutió la evolución del estilo retórico romano, polemizando con los partidarios de estilos sobrios y exuberantes. Su "Orator" representa la culminación de su pensamiento retórico, donde expone la teoría de los tres estilos y las diversas fases de la elaboración de un discurso, desde la inventio hasta la actio.
Como abogado y político, Cicerón dejó un legado perdurable en la historia romana. Sus discursos forenses, como el "Pro Milone" y el "Pro Archia poeta", así como sus arengas políticas, como las "Catilinarias" y las "Filípicas", capturan su poderosa elocuencia y capacidad para persuadir a través del ingenio, la emoción y la ironía.
La estructura de sus discursos, cuidadosamente elaborada, incluye partes como el exordio, la narratio, la confirmatio, la refutatio y la peroratio, cada una diseñada para cautivar y persuadir a su audiencia. Su estilo, marcado por una combinación magistral de ritmo, claridad y fuerza expresiva, sigue siendo objeto de estudio y admiración hasta el día de hoy. Cicerón logró no solo transmitir argumentos sólidos, sino también emocionar y cautivar a su audiencia con su ingenio y habilidad retórica.
QUINTILIANO
Nació en Calagurris Nassica, (actual Calahorra), y es del siglo II d.C. Su fama proviene de su Institutio Oratoria, una obra enciclopédica que recoge lo necesario para formar a un orador. Como modelo supremo propone a Cicerón. En los dos primeros libros, trata la educación elemental y los métodos para la formación de la Retórica. Dedica los nueve libros siguientes a los fundamentos y técnicas de la oratoria. En el Libro X aconseja la lectura como elemento fundamental en la formación de un orador y contiene un estudio sobre las personas que escribieron en griego y latín. El último libro presenta el conjunto de cualidades que debe reunir quien se dedique a la Oratoria. Presenta un estilo ciceroniano lúcido y brillante; ejerció una gran influencia sobre la teoría pedagógica que sustenta el Humanismo y el Renacimiento.
Marco Tulio Cicerón, nacido en 106 a.C. en una familia de caballeros, recibió una educación completa en Roma y Grecia, destacando como orador y jurista. Inició su carrera política como cuestor en 76 a.C., defendiendo a los sicilianos contra Verres en Sicilia. Ascendió en el cursus honorum hasta alcanzar el consulado en 63 a.C., donde se destacó por su acción contra la conjuración de Catilina.
Sin embargo, el clima político se volvió turbio y en 58 a.C. Clodio promulgó una ley en su contra, obligándolo a exiliarse y confiscando sus bienes. Regresó a Roma en 52 a.C., defendiendo a Milón por la muerte de Clodio. En 51 a.C. fue nombrado procónsul en Cilicia y tomó partido por Pompeyo en la rivalidad con César.
Tras la derrota de Pompeyo en Farsalia en 48 a.C., Cicerón se retiró de la política, dedicándose a la literatura y la filosofía. Sin embargo, tras el asesinato de César en 44 a.C., volvió a la acción enfrentándose a Marco Antonio con catorce discursos violentos conocidos como las Filípicas. Su error político le costó la vida, siendo asesinado en Formio en octubre de 43 a.C.
Cicerón, figura central en la oratoria de la antigua Roma, trasciende su papel político y filosófico para convertirse en un maestro del arte de la palabra. Su legado abarca una amplia gama de obras, donde demuestra una devoción total hacia la literatura y la oratoria, llevando la prosa latina a su máxima perfección. Desde sus primeros escritos, como el "De inventione", hasta sus tratados más maduros como el "De oratore" y el "Orator", Cicerón no solo se basa en las enseñanzas de los retóricos griegos y latinos, sino también en su propia experiencia como orador.
En sus obras, Cicerón delineó las cualidades que deben adornar al orador, ya sean naturales o adquiridas, y discutió la evolución del estilo retórico romano, polemizando con los partidarios de estilos sobrios y exuberantes. Su "Orator" representa la culminación de su pensamiento retórico, donde expone la teoría de los tres estilos y las diversas fases de la elaboración de un discurso, desde la inventio hasta la actio.
Como abogado y político, Cicerón dejó un legado perdurable en la historia romana. Sus discursos forenses, como el "Pro Milone" y el "Pro Archia poeta", así como sus arengas políticas, como las "Catilinarias" y las "Filípicas", capturan su poderosa elocuencia y capacidad para persuadir a través del ingenio, la emoción y la ironía.
La estructura de sus discursos, cuidadosamente elaborada, incluye partes como el exordio, la narratio, la confirmatio, la refutatio y la peroratio, cada una diseñada para cautivar y persuadir a su audiencia. Su estilo, marcado por una combinación magistral de ritmo, claridad y fuerza expresiva, sigue siendo objeto de estudio y admiración hasta el día de hoy. Cicerón logró no solo transmitir argumentos sólidos, sino también emocionar y cautivar a su audiencia con su ingenio y habilidad retórica.