<La lechera de Burdeos», óleo sobre lienzo de pequeño formato pintado hacia 1826, es su última obra maestra.

La serena delicadeza de la figura refleja la tranquilidad de ánimo recuperada por Goya, tras la liberación del miedo que le producía la España negra de Fernando VII.

De nuevo aparece en su pintura la luz y el color, pero lo más interesante, es la yuxtaposición de toques de color en una inequívoca anticipación del impresionismo.

Goya admirado por tantos pintores vanguardistas de los siglos XIX y XX, que vieron en él a un genio inclasificable y precursor de todos ellos

Velázquez realizó este retrato del rey en una fecha imprecisa, entre 1623 y 1628, antes de su primer viaje a Italia.

El retrato fue uno de los géneros más frecuentes de su obra. Siguió el estilo severo de la escuela de la Corte española, con el distanciamiento y la rigidez propios del estricto ceremonial de la monarquía.
El rey viste de negro con golilla almidonada y capa corta, según las normas de austeridad, en las que prohibía la ostentación de joyas y trajes lujosos para evitar su importación y la salida constante de dinero del país.
Con la mano izquierda sujeta la empuñadura de su espada, y en su derecha sostiene un papel.
Destaca el juego de sombras, mediante el cual se crea sensación de profundidad a pesar de la ausencia de elementos que sugieran un fondo espacial.

Es esta una de sus últimas obras, realizada hacia 1657. Durante mucho tiempo se pensó que representaba simplemente el taller de hilanderas de la Real Fábrica de Tapices de Santa Isabel de Madrid, por lo que se consideró un cuadro de género. Pero se descubrió que Velázquez se había servido de un escenario realista y cotidiano para narrar un tema mitológico.

Para ello elaboró un tapiz que representaba los castigos que los dioses infligían a los mortales que los desafiaban, a lo que Aracne respondió realizando otro con los amores escandalosos de los dioses. La diosa finalmente la castigó convirtiéndola en araña.

En un primer plano, oscuro y más definido, aparecen cinco hilanderas, mientras en el fondo, sobreiluminado y de menor nitidez, Minerva se dirige a Aracne en presencia de tres mujeres. Sin embargo, la interpretación del cuadro resulta muy controvertida.

En cuanto a su composición, las figuras de la anciana y la hilandera de espaldas están inspiradas en las posturas de dos desnudos

de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel.

Por último en esta obra destaca la forma en que consigue representar el movimiento de la rueca con un suave difuminado.