8.3. La dictadura de Primo de Rivera y el final del reinado de Alfonso XIII En los años veinte, España vivió una gran inestabilidad política, social y militar, marcada por el Desastre de Annual. La crisis de 1917 había fortalecido la figura del "espadón", favoreciendo movimientos conservadores y autoritarios, en un contexto donde las democracias europeas entraban en crisis y el fascismo se expandía con ejemplos como la Marcha sobre Roma de Mussolini en 1922. El golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera en 1923 contó con el apoyo del ejército, la Iglesia, la burguesía y Alfonso XIII, instaurando una dictadura con la supresión de garantías constitucionales, disolución de las Cortes, prohibición de partidos políticos y censura de prensa. El movimiento obrero no reaccionó con protestas, lo que permitió una transición sin gran oposición inicial. La dictadura se dividió en dos fases: Directorio Militar (1923-1925): Reorganización de ayuntamientos y diputaciones, represión del catalanismo (prohibición de la bandera y el idioma en público) y control del orden público con la prohibición de manifestaciones y huelgas. Se estableció un partido único, la Unión Patriótica, con apoyo de sectores carlistas, católicos y conservadores. Su mayor éxito fue la victoria en la guerra de Marruecos con el Desembarco de Alhucemas. Directorio Civil (1925-1930): Intento de institucionalización con la Asamblea Nacional Consultiva, pero sin restablecer la democracia. Se elaboró un proyecto constitucional en 1929 que no reconocía la soberanía nacional ni la separación de poderes. La dictadura se sostuvo gracias a la bonanza económica de los años veinte, basada en una burbuja especulativa que colapsó con la crisis del 29. Primo de Rivera impulsó una política económica intervencionista con la creación de monopolios estatales como Telefónica (1924) y CAMPSA (1927), además de obras públicas y regulación laboral a través del Consejo Nacional del Trabajo, que atrajo a socialistas moderados como Francisco Largo Caballero (UGT). Sin embargo, los anarquistas (prohibición de la CNT) y comunistas fueron perseguidos. La oposición se amplió con liberales (que pedían el retorno a la Constitución de 1876), republicanos (Sanjuanada y Alianza Republicana) y regionalistas catalanes como Estat Catalá de Francesc Macià. Los estudiantes e intelectuales también jugaron un papel clave en la oposición, con la Agrupación al Servicio de la República y la Federación Universitaria Española. Se persiguió a figuras como Unamuno (destituido como rector de Salamanca) y se clausuró el Ateneo de Madrid. Las protestas estudiantiles fueron reprimidas con violencia, lo que contribuyó al desprestigio de la dictadura. La crisis internacional y el creciente descontento provocaron la dimisión de Primo de Rivera el 30 de enero de 1930. Alfonso XIII nombró al general Berenguer, iniciando la "Dictablanda", un intento fallido de retorno a la normalidad constitucional. La falta de apoyos llevó al "Error Berenguer", y en agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, donde republicanos, socialistas y catalanistas se unieron contra la monarquía. Tras la llegada al poder del almirante Juan Bautista Aznar en febrero de 1931, se celebraron elecciones municipales el 12 de abril de 1931, consideradas un plebiscito sobre la monarquía. La victoria republicana en las grandes ciudades llevó a la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. Alfonso XIII partió al exilio y la Restauración Borbónica llegó a su fin.