12.3 Transformaciones culturales. Cambio en las mentalidades. La educación y la prensa.
Los cambios culturales en la España del siglo XIX se abrieron paso con dificultad ante las fuertes resistencias y pervivencias de la vieja cultura oficial eclesiástica.Las características generales de la cultura del siglo XIX son: la influencia (aunque poca) de las corrientes europeas, la convivencia entre tradición (principalmente eclesiástica) y progreso, el elevado grado de analfabetismo y el escaso interés por la cultura y la ciencia.Realmente no se puede hablar de una mentalidad homogénea en todos lo colectivos sociales, por ejemplo, dentro de la mentalidad popular había desde carlistas hasta anarquistas. Dentro de la mentalidad burguesa, al no ser consciente de una unidad de clase social, tampoco pueden tener una unidad en mentalidad. Destacar también la mentalidad del ejército se basa en el honor, la honra, la victoria...Los cambios se producen a partir de corrientes europeas, que son el krausismo, el positivismo y el darwinismo. El krausismo, de origen alemán, plantea un modelo nuevo de pensamiento basado en la razón, la conciencia, la disciplina, la tolerancia, la europeización y el anticlericalismo. El positivismo, de origen francés, introduce el método científico a las ciencias sociales. El darwinismo presenta la evolución de las especies.La evolución del sistema educativo español en el siglo XIX se ve dividida en diferentes etapas. A finales del siglo XVIII y principios del XIX con influencias de la Ilustración, en España Jovellanos se plantea la necesidad de crear escuelas de primeras letras (la primaria de la actualidad) en todos los pueblos. En el Trienio Liberal, el poeta Quintana intenta impulsar la educación en España hablando de la necesidad de que la educación sea pública, gratuita, uniforme y universal. Durante la
década ominosa o absolutista el proyecto de Quintana se anula, e incluso el ministro Calomarde cierra universidades y centros educativos. Durante el reinado de Isabel II, en el gobierno moderado, se proclama la Ley General de Instrucción Pública o Ley de Moyano (1857), en ella de reglamenta el sistema educativo español: dividiéndolo en un sistema público y uno privado (en manos de la Iglesia); obligando la escolarización de la mujer; y estableciendo tres niveles (primaria, secundaria o bachiller y la universidad). La educación primaria era obligatoria pero no siempre gratuita y se impartía en los pueblos, encargados de mantenerla de manera pública o privada y se caracteriza por caer en manos religiosas y la contradictoria falta de plazas y de demanda. La educación secundaria se impartía en institutos (uno por provincia) y accedían a ella minorías con el fin de ir a la universidad, para ello deberían superar una prueba llamada la Reválida. Las universidades estaban organizadas por el Estado en distritos, siendo el distrito Central (Madrid) el de referencia a partir del cual se controlaba el resto (centralización).Durante el Sexenio se establece la libertad de Cátedra y en la restauración se limita esta libertad, lo que provoca el surgimiento de una corriente educativa paralela llamada “La Institución libre de enseñanza”. El máximo representante de esta nueva enseñanza privada y laica es Giner de los Ríos. Basándose en la ideología krausista intentan despertar la curiosidad por la ciencia y una actitud crítica en el alumno.A finales del siglo XIX disminuye el analfabetismo, siendo aún muy altas las tasas.La prensa a inicios del XIX se caracteriza por reflejar los estados de opinión y la difusión de las corrientes culturales. En los años treinta adquiere una dimensión nacional y se utiliza para expandir el liberalismo con periódicos como “La Época” y “La Iberia”. A partir de los sesenta surge la prensa informativa (con la invención del telégrafo y el surgimiento de las agencias de noticias, estas tienen mayor uniformidad), las revistas especializadas y una prensa que intenta se lo más objetiva posible con periódicos como “El Imparcial” y “El liberal”.