Se puede deducir, pues, que a nivel interno el Patrón Oro proporcionaba estabilidad
monetaria pero inestabilidad económica y social. Ello se debía fundamentalmente a la
rigidez que dicho sistema introducía en el proceso de emisión de moneda y en la política
crediticia, que no se ajustaban a las necesidades de la vida económica real sino a las
normas impuestas por el mismo.
Como sistema monetario internacional, conviene comenzar advirtiendo -como ya se ha
visto- que la difusión mundial del Patrón Oro fue paulatina, por lo que no se puede fijar
una fecha concreta, a diferencia del Gold Exchange Standard (conferencia de Génova,
1912) o del nuevo sistema puesto en marcha tras la Segunda Guerra Mundial (Bretton
Woods, 1944). Sus rasgos básicos fueron los siguientes:
• Existencia de paridades metálicas fijas entre las distintas monedas nacionales
establecidas en función de sus valores respectivos en oro.
• Libre circulación internacional tanto de este último como de las distintas monedas,
lo que implicaba a su vez la libertad de compra del metal amarillo con las mismas al
precio fijo establecido.
Ahora bien, la posibilidad de utilizar oro (acuñado o en lingotes) en las transacciones
garantizaba que los tipos de cambio de las distintas monedas nacionales en el mercado
no se alejaran mucho de las paridades de acuñación. El nivel de divergencia entre
ambos valores dependía sobre todo del estado de la balanza comercial; dado que en las
relaciones mercantiles se utilizaban como medio de pago las letras de cambio, el valor
de la moneda de un país respecto a la de otro en un momento determinado dependía de
la oferta y la demanda respectiva de dichos documentos: cuando la oferta de letras de
cambio del país A subía más que la del país B a consecuencia del déficit comercial, la
moneda del primero se depreciaba respecto a la del segundo.
La divergencia entre el tipo de cambio de las monedas en el mercado y su paridad de
acuñación se expresaba a través del concepto de "puntos del oro". El "punto de salida
del oro" se produce cuando resulta más ventajoso vender oro que comprar moneda
extranjera debido a que el tipo de cambio de la misma presenta una diferencia bastante
acusada con la paridad y el "punto de entrada" es la situación inversa. En estos casos era
posible obtener beneficios practicando el "arbitraje" de metales preciosos, es decir,
comprando lingotes en un país y vendiéndolos en otro. El proceso puede resumirse
como sigue utilizando dos países imaginarios A y B.
• El país A compra al país B más que a la recíproca, apareciendo un déficit comercial
y una oferta masiva de letras de cambio en su moneda. Los banqueros del país B no
encuentran compensación fácil a esas letras en el mercado internacional, por lo que
incrementan la comisión que cobran a los clientes; de hecho, la cotización de la
moneda del país A está bajando con respecto a la paridad.
• En esta situación, los bancos comerciales del país A compran oro (a precio de la
paridad) al Banco Central de su país para saldar sus deudas: punto de salida del oro
en el país A.
• Este oro se vende al país B, consiguiendo así moneda del mismo (también a precio
de la paridad). Punto de entrada en el país B.
• Por último, la moneda conseguida se utiliza para comprar letras del país A a precio
de mercado: dada la divergencia negativa con la paridad el beneficio es seguro.
Así, por medio del arbitraje el país que tenía deudas con otro utilizaba sus reservas de
oro para pagarlas. De esta forma se conseguía, como hemos señalado inicialmente, que
el tipo de cambio del mercado no se alejase de la paridad de acuñación más allá de los
puntos de oro, ya que la demanda de letras en la moneda del país deudor reequilibraba
el anterior exceso de oferta. La escasez relativa de las diversas monedas (es decir, de
letras de cambio compensables) se solucionaba y se aseguraba la estabilidad de los
cambios.